lunes, 11 de junio de 2012

Poseidón de Artemisio



POSEIDÓN DE ARTEMISIO
Autor desconocido
460-450 a. C.
Bronce
Museo Arqueológico Nacional de Atenas
Escultura griega. Periodo Severo
La magistral figura en bronce de Poseidón, dios marino conocido por los romanos como Neptuno, no pudo aparecer en otro lugar más apropiado: en las profundidades del mar Egeo, en aguas próximas al Cabo de Artemisio, al norte de la isla griega de Eubea. Allí fue encontrada después de permanecer sumergida durante más de dos mil años y de allí toma su nombre. 



No conocemos los motivos que hicieron naufragar en la antigüedad una embarcación romana procedente del norte en cuyo cargamento figuraban importantes obras escultóricas helénicas, según lo atestigua esta escultura y el célebre Niño montado a caballo, que también se conserva en el Museo Nacional de Atenas y que fue hallada en el mismo lugar. Con estos ingredientes tenemos los elementos necesarios para recomponer una bonita historia basada en la mitología. Hemos de imaginarnos a los romanos expoliando algún santuario griego repleto de estatuas que fueron embarcadas con destino a un puerto romano. Pero al llegar al cabo de Artemisio el dios del mar, con la ayuda del viento del norte, hace zozobrar la nave y ejecuta su venganza. Todo el cargamento es arrebatado por la furia del agua y queda depositado en las profundidades.
Lo cierto es que en 1926 allí fue encontrado un brazo de esta escultura por unos submarinistas de la ciudad de Trikkeri. El enorme tamaño de la pieza estimuló la continuación de la búsqueda, que dio sus frutos en 1928, cuando fue encontrado el resto del cuerpo, aunque no el tridente o jabalina que sin duda se dispone a lanzar y que completaría la figura. El rescate del Poseidón y del Niño montado a caballo originó una gran expectación, pasando a ocupar un lugar destacado en las salas del Museo Arqueológico Nacional, al tiempo que comenzaron las investigaciones y las especulaciones sobre su autoría. 





Por las características de la figura su ejecución debe encuadrarse en la fase final del periodo Severo, justamente en el umbral de transición al periodo Clásico, una etapa coincidente con los años medios del siglo V a. C. Es un momento en que la escultura se libera progresivamente de la rigidez y el estatismo del periodo Arcaico antecedente y consolida los criterios que conducirán a la escultura clásica plena, tales como el concepto de movimiento, la multiplicidad de puntos de vista y la tendencia a un total naturalismo formal, unas características que también aparecen en otras dos obras emblemáticas de este periodo, el Auriga de Delfos y el Grupo de los Tiranicidas





Si datar la escultura no ofrece excesivas complicaciones, establecer su posible autor es francamente difícil. El estudioso griego Karouzos, el primero en estudiar esta obra, propuso, con algunas reservas, la posible autoría del escultor Kalamis, un escultor griego que estuvo activo entre el 480 y el 450 a. C. y que está considerado como uno de los mejores representantes del periodo Severo. Otras propuestas la relacionan con Onatas, un escultor perteneciente a la escuela de Egina que trabajó por los mismos años, aunque seguramente será más acertado pensar simplemente que la escultura se elaboró en uno de los talleres de la región griega de Beocia.





El dios Poseidón aparece en su desnudez con una anatomía potente propia de un héroe, con una expresión gestual que transmite el difícil concepto del ethos griego, entendido este como un sentimiento de orgullo, dignidad y estoicismo. Está representado en el momento previo al lanzamiento de una lanza o tridente, en el instante en que se tensionan los músculos de todo el cuerpo, hecho que se traduce en una gran estabilidad que no implica rigidez, un movimiento contenido observando el destino del arma y diferentes puntos de visión conseguidos con el doble juego de líneas que marcan las piernas abiertas y los brazos extendidos, opuestos a la disposición frontal del cuerpo. 





Su naturalismo anatómico anticipa la perfección corporal del Doríforo, acusando un mayor detallismo en la barba y el cabello, que conforman una máscara facial de gran sobriedad que hace realidad el concepto de "severo" que define la escultura griega en ese momento. El canon utilizado, 2,09 metros de altura, nos informa que se trata de un dios, mucho mayor al que se utilizaba para los héroes (1,90 m.) y para los mortales (1,80 m.). 





 Aunque se viene interpretando como Poseidón, dios del mar, lo que hace presuponer que en su mano derecha portaría un tridente, motivo iconográfico característico, no faltan quienes encuentran en su rotundidad una imagen de Zeus, en cuyo caso portaría un haz de rayos, aunque esta sugerencia es débil por no ajustarse su postura al lanzamiento de estos elementos, sino que es más apropiada para un arma arrojadiza






Otro aliciente de la figura son sus proporciones, basadas en el número como ocurre en la estatuaria clásica. En este caso no sólo se contempla la proporción de la cabeza con relación al cuerpo, sino que la estatua se inscribe en un cuadrado perfecto, cuya longitud de lado lo marcan los brazos extendidos, que miden lo mismo que de la cabeza a los pies. 





Estas claves ocultas que relacionan número y belleza, definen el concepto estético de la escultura griega, aunque los grandes pies que le proporcionan estabilidad y el brazo izquierdo ligeramente más largo que el derecho serían inconcebibles en el Clasicismo pleno, siendo factores que informan de su realización en el proceso de maduración del periodo Severo.





Los mayores detalles descriptivos se concentran en la cabeza, fundida con técnica impecable, destacando la trenza del peinado que desde las orejas recorre la cabeza como las cintas de los héroes y se cruza en la nuca, dejando bucles sueltos bordeando la frente. Su larga estancia marina le ha desprovisto de los ojos con aplicaciones vítreas, efecto que resaltaría su naturalismo y el gesto de furia contenida en su expresión. A pesar de todo la imagen se presenta imponente, poderosa, en plenitud, como un vivo exponente del ideal de fuerza y belleza que perseguía la escultura griega.



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