viernes, 3 de agosto de 2012

El Greco






Retrato de un caballero anciano, considerado autorretrato (1595–1600), 52,7 x 46,7 cm.
Museo Metropolitano de Arte, Nueva York, EE. UU.



Doménikos Theotokópoulos, ( Candía, 1541 en la isla de Creta – 1641 Toledo, España ), conocido como el Greco («el griego»), fue un pintor del final del Renacimiento que desarrolló un estilo muy personal en sus obras de madurez.
Hasta los 26 años vivió en Creta, donde fue un apreciado maestro de iconos en el estilo posbizantino vigente en la isla. Después residió diez años en Italia, donde se transformó en un pintor renacentista, primero en Venecia, asumiendo plenamente el estilo de Tiziano y Tintoretto, y después en Roma, estudiando el manierismo de Miguel Ángel. En 1577 se estableció en Toledo, donde vivió y trabajó el resto de su vida.
Su formación pictórica fue compleja, obtenida en tres focos culturales muy distintos: su primera formación bizantina fue la causante de importantes aspectos de su estilo que florecieron en su madurez; la segunda la obtuvo en Venecia de los pintores del alto renacimiento, especialmente de Tiziano, aprendiendo la pintura al óleo y su gama de colores —él siempre se consideró parte de la escuela veneciana—; por último, su estancia en Roma le permitió conocer la obra de Miguel Ángel y el manierismo, que se convirtió en su estilo vital, interpretado de una forma autónoma.





Su obra se compone de grandes lienzos para retablos de iglesias, numerosos cuadros de devoción para instituciones religiosas -en los que a menudo participó su taller- y un grupo de retratos considerados del máximo nivel. En sus primeras obras maestras españolas se aprecia la influencia de sus maestros italianos. Sin embargo, pronto evolucionó hacia un estilo personal caracterizado por sus figuras manieristas extraordinariamente alargadas con iluminación propia, delgadas, fantasmales, muy expresivas, en ambientes indefinidos y una gama de colores buscando los contrastes. Este estilo se identificó con el espíritu de la Contrarreforma y se fue extremando en sus últimos años. El 7 de abril de 1614 falleció con 73 años, siendo enterrado en Santo Domingo el Antiguo.
Actualmente está considerado uno de los artistas más grandes de la civilización occidental. Esta alta consideración es reciente y se ha ido formando en los últimos cien años, cambiando la apreciación sobre su pintura formada en los dos siglos y medio que siguieron a su muerte, en que llegó a considerarse un pintor excéntrico y marginal en la historia del arte





Este edificio del siglo XVI, antiguo Colegio de la Encarnación, de religiosos agustinos calzados también llamado Colegio de doña María de Aragón ( parte del complejo del Real Monasterio de la Encarnación ) fue una de las instituciones más destacadas de la Corte madrileña, y su iglesia contenía varias obras maestras de El Greco, hoy en el Museo del Prado. Actualmentel es el Palacio del Senado y se encuentra en Madrid, en la plaza de la Marina Española.


Hipotética reconstrucción del Retablo de El Greco 
para el Colegio de Doña María de Aragón

1597  - 1600

Obras en el Museo del Prado excepto La Anunciación, 
( Museo Nacional de Arte de Rumanía en Bucarest )


En esta reconstrucción hay que imaginar el aparato arquitectónico y las seis esculturas que lo acompañaban y que hoy se han perdido. Estos elementos fueron tallados por el propio Greco o al menos organizó su disposición. Por otra parte, y como puede reconocerse fácilmente, los cuadros del piso superior estaban todos ellos rematados en medio punto. Un séptimo cuadro, hoy desaparecido, completaría el retablo; una pintura de formato más reducido con un tema que pudiera corresponder con la Santa Faz, un Cordero adorado por ángeles o una Virgen con el Niño. Sería una tela de formato reducido y ocuparía el lugar del ático.

La historia de esta serie de pinturas pasa por las mismas vicisitudes del edificio que las albergó.


EL RETABLO

Doña María de Aragón murió en 1593 sin ver acabada la fundación, por lo que el rector fray Hernando de Rojas y el albacea testamentario Jerónimo de Chiriboga, canónigo de Talavera de la Reina, se hicieron cargo de las obras. En diciembre de 1596 el Greco recibió el encargo del retablo de la iglesia del colegio seminario de la Encarnación de Madrid, más conocido por el nombre de su mecenas doña María de Aragón. Debía realizarse en tres años y se valoró en más de sesenta y tres mil reales, el precio más alto que recibió en su vida. 





Resurrección

En julio de 1600 un carretero llevó desde Toledo el retablo "con todos los aderezos que para él estaban fechos", es decir: el armazón del conjunto y un número de esculturas, además de las pinturas, siguiendo la habitual complejidad de los retablos castellanos. Algo después le fueron pagados a El Greco los 5.920 ducados en que fue tasado el retablo. ( hay ligeras discrepancias en cuanto al valor exacto del precio )





La Crucifixión - 312 x 169 cm.

La pintura desarrollada por el artista en este conjunto causó una incomprensión generalizada ante un alarde tan impresionante de composición, dibujo y sentido del color.A pesar de que esta obra suscitó pronto comentarios negativos (o precisamente por esto), no se recoge descripción literaria o gráfica del conjunto lo que, unido a la escasez documental sobre el encargo, ha planteado numerosos interrogantes sobre cuestiones tan elementales como el número de pinturas y esculturas y la disposición de las mismas. 





Detalle

En 1808 (o en el año siguiente) los frailes agustinos fueron expulsados del convento y el retablo se desmanteló. Cuando la comunidad volvió a su convento en 1814, el conjunto concebido por el Greco no volvió a restablecerse y tan sólo el lienzo central, la Anunciación, se colgó en el altar mayor. Fue retirada en 1820 cuando la iglesia pasó a ser Salón de Cortes y puesta otra vez en 1823, aunque entonces tuvo que adaptarse a un espacio que había pasado a tener forma oval.





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Con la Desamortización de Mendizabal (1835) los cuadros se trasladaron primero a la Academia de Bellas Artes de San Fernando y luego al Museo Nacional de la Pintura, situado en el antiguo convento de la Trinidad.





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En esta institución las pinturas se registraron con tal escaso rigor que no se consignó la procedencia de las telas y una de ellas -La Adoración de los Pastores- fue vendida por el restaurador José Bueno al baron Taylor. Pasó después a la célebre Galería Española de Luis Felipe de Orleans (1838-1845) y, tras varios propietarios, la obra se adquirió en 1888 para las colecciones reales rumanas y desde 1948 pertenece al Museo de Arte de Bucarest.





Pentecostés - 275 x 127 cm.

En 1985 y gracias al hallazgo una relación anónima en el que se detalla el contenido de varios conventos madrileños se pudo reconstruir la disposición del retablo. Finalmente en el año 2000 el Museo de Bucarest cedió temporalmente la Adoración al Prado para una exposición en las que los cuadros aparecían en su disposición original.





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La falta de documentos sobre el mismo ha originado distintas hipótesis sobre los cuadros que lo forman. En 1908 Cossío relacionó El bautismo, La crucifixión, La resurrección y La anunciación. August Mayer propuso en 1931 la relación entre los lienzos anteriores con El Pentecostés y La adoración de los pastores de Bucarest. 




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En 1943 Manuel Gómez Moreno propuso un retablo reticular formado por estos seis cuadros sin argumentarlo. Pero para algunos especialistas La resurrección y El Pentecostés no formarían parte de él pues correspondían a formulaciones estilísticas diferentes.





Adoración de los pastores - 346 x 137 cm.

En 1985 apareció un documento de 1814 con el registro de las obras depositadas en la casa de la Inquisición que cita "siete quadros de pinturas originales de Domenico Greco que estaban en el Altar Mayor". Esta información ha afianzado la hipótesis de Gómez Moreno de un retablo de tres calles en dos pisos suponiendo que el séptimo estaría en un tercer piso a modo de ático





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Anunciación - 315 x 174 cm.

Los temas, salvo El Pentecostés, habían sido desarrollados ya anteriormente, algunos en su etapa italiana. Según Ruiz Gómez estos temas son retomados con gran originalidad mostrando su espiritualidad más expresionista. A partir de este momento su obra toma un camino muy personal y desconcertante distanciándose del estilo naturalista que comenzaba a dominar en aquella época. 




El bautismo de Cristo - 350 x 154 cm.

Las escenas están planteadas en espacios claustrofóbicos potenciando la verticalidad de los formatos. Una luz espectral destaca la irrealidad de las figuras, algunas en escorzos muy marcados. El color frío, intenso y contrastado aplicado con soltura a sus poderosas construcciones anatómicas muestra lo que sería su estilo tardío




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